domingo, 30 de mayo de 2010

cuando el amor se termina


Es una frase muy común, que seguramente todos hemos escuchado en rupturas y separaciones de novelas, comedias románticas o, ¿por qué no?, en la historia de un amigo: “creo que no te quiero más”. Pero el problema comienza cuando nos pasa a nosotros. ¿Qué hacer?




Muchas veces los lugares comunes tienen un gran fundamento en la realidad. Puede parecernos que no, que esto es algo bastante tonto, pero la vida nos demuestra que es así.

Muchas de esas frases que aparecen habitualmente en los lugares menos pensados y sobre las que se hacen millones de chistes (“No sos vos, soy yo”, “Prefiero que solo seamos amigos”, “Tengo miedo de arruinar una hermosa amistad”, y cientos de otras que seguramente se nos están apareciendo en la cabeza en este mismo instante) no son simplemente un lugar común, sino que tienen sustento en situaciones que realmente aparecen en la vida de pareja.

Muchos de nosotros seguramente ya hemos pasado por una de ellas, ya hemos escuchado a la persona con la que estamos decírnosla y sabemos que en el momento en que se dicen no son para nada tan graciosas como cuando es un comediante en la televisión o en un espectáculo en un teatro.

Aquí vamos a concentrarnos en una de esas frases, una de las más populares y que más pueden dolernos cuando es dicha, especialmente cuando sucede en una relación que ya lleva un largo tiempo en nuestras vidas y que repentinamente parece acabarse con la tan temida “Creo que ya no te quiero más”.

Ahora bien, ¿significa esto realmente que ya el amor se ha ido, que ya no hay ninguna oportunidad para que las cosas retomen el cauce que, al menos para nosotros, era el normal y del que nunca habríamos pensado que se podía “escapar”?

¿Es el equivalente, por decirlo de alguna manera, a la bandera a cuadros para una relación? ¿Es posible que una vez que se la ha dicho ya no haya forma de volver atrás? ¿Está todo perdido?

Bueno, justamente de ese tema nos ocuparemos a lo largo de esta nota. Veremos un poco cómo es que se llega a esta situación, cómo es posible que reaccionemos, qué motivos puede haber detrás de la frase y cuáles son las mejores maneras de tratar con la persona que nos dice esto.

También veremos si hay posibilidades de evitar el desastre (si es que deseamos hacerlo) y cuáles son algunas de las mejores y más eficientes maneras de lograr que no todo se termine por un simple lugar común.

Rupturas luego de una larga relación...

Antes de comenzar vamos a aclarar que la mayor parte de lo que diremos a partir de este momento esta pensado sobre la idea de que esta situación de la que vamos a hablar se presenta en una pareja que ya ha tenido una relación importante funcionando durante un largo tiempo.

Es una pareja estable que ha estado junta durante un periodo importante de sus vidas. Esto no quiere decir que no se pueda (o deba) aplicar también a parejas que tienen una relación de menor rodaje o que se conocen hace poco tiempo.

Depende mucho de las personas que componen la pareja, del tipo de relación que tienen, de cuanto se conocen y se comunican. Pero la mayor parte de los consejos y las ideas que acá se pueden encontrar realmente están pensadas y analizadas desde el punto de visa de la pareja de largo plazo.

Para empezar, tenemos que preguntarnos qué es lo que está sucediendo en una pareja para que se produzca una situación de este tipo.

O, mejor aún, lo primero que deberíamos pensar es, para no entrar en pánico, qué es lo que sucede en una pareja cuando alguien se encuentra en un estado de ánimo tal que puede plantearse seriamente la posibilidad de expresar sus sentimientos a través de la tan temida frase de la que estamos hablando.

¿Es este el final de la pareja?

Saquémonos esa idea de la cabeza. De ninguna forma es un final imposible de evitar para una relación. No todo está perdido en el mismo momento en que una parte de la pareja empieza a sentir que ya el amor que sentía no es tan fuerte como solía serlo.

Todavía hay cosas que se pueden hacer.

¿Cuál es la reacción más lógica cuando esta postura de nuestra pareja aparece? ¿Cómo es que tenemos (o podemos) reaccionar?

En realidad, como sucede con la mayor parte de las cosas que se relacionan con los seres humanos y la forma en que estos se relacionan con los demás, no es una cuestión de obligación de tomar una actitud determinada, sino que lo haremos de la forma en que podamos.

Cada persona es distinta (así como lo es cada pareja) y las mismas reacciones no pueden aplicarse a dos personas distintas. No hay una forma correcta de reaccionar, sino que esta depende de las miles de variables que conforman tanto la personalidad como las características de las dos partes que conforman la pareja.

Teniendo en cuenta esto, la verdad es que no hay sólo una forma en que podemos actuar.

Entrar en pánico, llorar, irse de la casa, explotar, empezar una discusión, tener una tranquila charla, pedir que nuestro compañero la corte con la pavada o que decida en el momento si todavía hay amor o no, son algunas de las cosas que se nos ocurren que podrían pasársenos por la cabeza en el momento.

Probablemente sentiremos que sólo una es la correcta, pero luego con un poco de pensamiento lógico también analizaremos las otras. Hay que tener cuidado con cuál se elige y cómo se lleva a cabo. Siempre la tranquilidad es una buena consejera.

Pero esto no es lo que nos interesa en este momento.

La autoestima también cuenta

Lo que realmente nos interesa es ver cuáles son los motivos principales por los queesto puede estar pasando. Puede ser que realmente haya una falta de amor entre las partes de la pareja.

Si este es el caso, seguramente nos daremos cuenta. Es casi imposible no verlo, no sentirlo. Cuando no hay amor es muy difícil no percibirlo. Se nota en cientos de pequeños detalles.

Por supuesto, si este es el caso, si realmente nos damos cuenta de que no existe amor en la relación, entonces la verdad es que estamos hablando de un caso bastante particular (si la pareja es estable y ha estado junta durante un largo tiempo, es porque algo de amor tiene que haber existido y es muy difícil que haya desaparecido totalmente) en el que probablemente no tengamos demasiado que hacer al respecto.

No tiene sentido luchar por salvar una relación sin la cual probablemente ambas partes estarían mejor. No hay nada que salvar, así que la famosa frase de la que estamos hablando puede resultar ser simplemente una liberación.

Pero, como dijimos, son muy pocos los casos en que esto realmente pasa. En la mayor parte de las ocasiones hay cosas que se pueden hacer para que no todo esté perdido.

Si esto es lo que sucede en nuestra pareja, si existe un amor por el que valga la pena hacer el esfuerzo, entonces lo mejor es que tratemos de entender qué es lo que realmente esta pasando en la relación y no llegar a conclusiones equivocadas que pueden arruinar tontamente algo que en circunstancias normales puede llegar a ser uno de los grandes motivos de felicidad de nuestra vida.

Y un factor que es clave para entender y actuar de acuerdo a la situación, y de lo que hablaremos a continuación, es el amor propio, la autoestima.

Muchas veces el desenamoramiento (una palabra que podría describir esto perfectamente, aun siendo una pequeña licencia lingüística) suele tener como base un motivo muy distinto y mucho más personal de lo que a simple vista puede parecer.

La realidad nos demuestra que cuando una pareja empieza a sentir estos síntomas, muchas veces no se debe a aburrimiento o molestias por algo que hace o dice el otro (como podríamos pensar en un primer momento y sin haber hecho un análisis demasiado profundo), sino que el problema esta en la falta de autoestima.

¿Por qué decimos esto? ¿Qué mecanismos actúan?

Lo que sucede es que cuando estamos sintiéndonos deprimidos o un poco mal por algún motivo tendemos a esperar que la otra parte de la pareja dé mucho más de sí, exigimos y pedimos más de ella, esperamos que puedan hacernos las cosas mejores simplemente con su presencia, queremos ser el centro de su mundo y ser lo más importante.

Es la forma en que combatimos al menos en parte esta sensación de que no estamos logrando hacer todo lo que podríamos hacer y de que no somos lo suficientemente buenos.

Y, por supuesto, también nos sucede en estos casos que nada de lo que la otra persona haga o diga va a ser suficiente, siempre deseamos un poco más y nos parece que no estamos obteniendo todo lo que nos merecemos.

Tomando en cuenta esto, también seguramente terminaremos sintiendo que nuestra pareja ya no está haciendo las cosas tan bien como antes, que antes nos ofrecía una mayor cantidad de apoyo, amor, comprensión o lo que sea; que su respuesta a nuestras necesidades no son tan poderosas como solían serlo.

Y esto se debe a que comparamos el momento en que nos sentíamos bien con este momento en que nos sentimos mal. Por supuesto, todo palidece cuando estamos en un mal momento y lo que hacemos con la persona que amamos no puede escapar a esta regla.

Comenzamos a hacer listas de lo que nos hacia felices antes y no podemos encontrar ahora. Nos parece que se nos está dando mucho menos. Queremos que nuestra pareja nos haga felices, que nos saque del mal momento en que estamos y le echamos la culpa cuando no puede hacerlo.

Como una gran parte de esto se debe a nuestros problemas internos (y no a problemas que se refieren estrictamente a la relación de pareja) y no a un reflejo verdadero de lo que esté pasando en el mundo verdadero, este tipo de actitud y estos “juegos mentales” que jugamos con nosotros mismos sólo pueden hacer que todo sea peor.

Cuando estamos con nuestra autoestima tan baja, cuando no podemos querernos a nosotros mismos (recurriendo en este momento a otra vieja frase hecha) nadie más puede hacerlo.

O, mejor dicho, y para demostrar que no todo es exactamente como se lo dice, cuando no podemos amarnos a nosotros mismos no podemos darnos cuenta de que hay otras personas que si pueden amarnos.

Nos parece que es algo imposible. Y esto genera toda una serie de conflictos que llevan a este desamor del que hemos estado hablando.

La verdad es que la única persona que puede hacer que nos sintamos mejor es la misma persona que sufre el problema: nosotros mismos.

Es el momento en que necesitamos tomarnos un tiempo para nosotros mismos, para poder sentirnos más cómodos y menos deprimidos. Lentamente podemos llegar a enfocarnos nuevamente en el amor y el apoyo que podemos darnos a nosotros mismos, en todo lo bueno que tenemos, tanto en nosotros mismos como a nuestro alrededor.

Podemos llegar a encontrar nuevamente nuestro centro, nuestro equilibrio, el punto medio donde somos totalmente nosotros, conectarnos y sentirnos mejor.

A nuestro ritmo hacemos lo que queremos, todo aquello que deseamos y a través de eso podemos llegar a sentirnos realmente contentos nuevamente con nosotros mismos.

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