domingo, 15 de agosto de 2010

LAS DISCURSIONES


Hay personas a quienes les encanta discutir, pues la confrontación los energiza, haciéndoles sentir "súper", mientras otros ni discuten ni le llevan la contraria ¡a nadie! Ambos extremos afectan las relaciones, por lo que sugiero aprender a diferir sin discutir.
Veamos los pasos a seguir....
Conócete mejor.
Observa tu estilo de comunicación y pídele opinión a personas de confianza para que puedas determinar cuan controvertible es tu conducta: ¡quizás no te has dado cuenta de las amistades que te esta costando!
Escucha tu propia voz.
¿Que dices en cada situación... y como lo dices? Tus palabras, ¿son fuertes, rudas, hirientes? y tu tono de voz ¿es alto? ¿es emotivo? ¿suena irónico, mandón, o quejoso?
Presta atención cuando te están hablando.
Muchas veces las discusiones surgen de malos entendidos. Esfuérzate por entender el punto, la posición del otro, y lo que dice, o lo que insinúa y no dice pero que comunica. Casi siempre pensamos en lo que vamos a decir cuando el otro calle, o atendemos más a nuestra emoción que a la lógica y la razón.
Evita discutir cuando sientas enojo.
Si nos domina la emoción, la lógica y la razón se van a la huelga. Respira profundo y cuenta hasta diez. ¡Cuenta hasta cien , si es preciso!
Salte del lugar.
Excúsate de alguna manera y aléjate. Cuando tengas mas calma, puedes regresar a "analizar las diferencias". Recuerda que el que mantiene la calma siempre controla la situación. Si no te puedes alejar físicamente, aléjate mentalmente, pensando en algo agradable. Eso no impedirá que escuches el mensaje de la otra persona y te servirá de filtro, manteniendo a raya los embates de la emoción.
No te ciegues por la emoción.
Escoge cuándo y dónde es más apropiado dilucidar asuntos difíciles.
No contamines lo presente con molestias o asuntos pasados.
Si debes discutir atiéndelo en el momento. Evita decir: "Tu siempre..._______", o "tu nunca______", o "cuantas veces...______", etc.
Escoge tus batallas.
No pelees por cualquier tontería.
Utiliza el tacto.
Así evitarás que levanten las invisibles murallas defensivas que le impiden a tus mensajes ser bien recibidos.
Mantén la cordialidad en toda la conversación.
Obrando con sabiduría evitando lamentaciones. Evitando discusiones innecesarias te elevas hacia la superación y la excelencia

sábado, 14 de agosto de 2010

COMPASION

Parece ser que la compasión sólo puede tenerse en algunos momentos de nuestra vida, con aquellos que han caído en desgracia y los desvalidos. La capacidad de conmovernos ante las circunstancias que afectan a los demás se pierde día a día, recuperar esa sensibilidad requiere acciones urgentes para lograr una mejor calidad de vida en nuestra sociedad.

Compadecerse es una forma de compartir y participar de los tropiezos materiales, personales y espirituales que aquejan a los demás, con el interés y la decisión de emprender acciones que les faciliten y ayuden a superar las condiciones adversas.

Diariamente ocurren todo género de desgracias: las fuerzas naturales, la violencia entre los hombres y los accidentes. En casos tan lamentables la compasión nos mueve a realizar campañas, colectas o prestar servicios para apoyar en las labores de ayuda humanitaria.

Ante todo, debe quedar claro que tener compasión y sentir lástima no es lo mismo. Contemplamos la desgracia muchas veces como algo sin remedio y sentimos escalofrío al pensar que sería de nosotros en esa situación, sin hacer nada, a lo mucho pronunciamos unas cuantas palabras para aparentar condolencia.

Por otra parte, pasa el tiempo y vemos con asombro la indeferencia que poco a poco envuelve a los seres humanos, los contratiempos ajenos parecen distantes, y mientras no seamos los afectados todo parece marchar bien. Este desinterés por los demás se solidifica y nos hace indolentes, egoístas y centrados en nuestro propio bienestar

Sin embargo, son las personas que nos rodean quienes necesitan de esa compasión que comprende, se identifica y se transforma en actitud de servicio. Podemos descubrir este valor en diversos momentos y circunstancias de la vida, tal vez pequeños, pero cada uno contribuye a elevar de forma significativa nuestra calidad humana:

- Quien visita al amigo o familiar que ha sufrido un accidente o padece una grave enfermedad, más que lamentar su estado, está pendiente de su recuperación, en sus visitas regulares procura llevar alegría y tener momentos agradables.

- La reacción comprensiva de un padre o madre de familia ante las faltas de los hijos, por inmadurez, descuido o una travesura deliberada, reprenden, animan y confían en la promesa de ser la última vez que ocurra...

- En la escuela el profesor que consciente de la edad y las circunstancias particulares, corrige sin enojo pero con firmeza la indisciplina de sus alumnos, o pone todos los recursos al alcance para sacar adelante a ese joven con dificultades en el estudio.

- Los jóvenes que participan en actividades de asistencia social en comunidades marginadas, asisten con la ilusión de enseñar doctrina a los niños, festejan y animan a todos en el juego de balompié, conviven sin reparar en lo descuidado de su aspecto y sus modales...

- Toda persona en la oficina que roba tiempo a sus ocupaciones para explicar, enseñar y hacer entender a sus compañeros las particularidades de su labor, conocedor de su necesidad de trabajo y de la importancia del trabajo en conjunto.

Con el valor de la compasión se reafirman y perfeccionan otros valores: Generosidad y Servicio por poner a disposición de los demás el tiempo y recursos personales; Sencillez porque no se hace distinción entre las personas por su condición; Solidaridad por tomar en sus manos los problemas ajenos haciéndolos propios; Comprensión porque al ponerse en el lugar de otros, descubrimos el valor de la ayuda desinteresada.

Aunque la compasión nace en el interior como una profunda convicción de procurar el bien de nuestros semejantes, debemos crear conciencia y encaminar nuestros esfuerzos a cultivar este valor tan lleno de oportunidades para nuestra mejora personal:

- Evita criticar y juzgar las faltas y errores ajenos. Procura comprender que muchas veces las circunstancias, la falta de formación o de experiencia hacen que las personas actúen equivocadamente. En consecuencia, no permitas que los demás "se las arreglen como puedan" y haz lo necesario para ayudarles.

- Observa quienes a tu alrededor padecen una necesidad o sufren contratiempos, determina cómo puedes ayudar y ejecuta tus propósitos.

- Centra tu atención en las personas, en sus necesidades y carencias, sin discriminarlas por su posición o el grado de efecto que les tengas.

- Rechaza la tentación de hacer notar tu participación o esperar cualquier forma de retribución, lo cual sería soberbia e interés.

- Visita centros para la atención de enfermos, ancianos o discapacitados con el firme propósito de llevar medicamentos, alegría, conversación, y de vez en cuando una golosina. Aprenderás que la compasión te llevará a ser útil de verdad.


Es tan enriquecedora la compasión porque va más allá de los acontecimientos y las circunstancias, se enfoca en descubrir a las personas, sus necesidades y padecimientos, con una actitud permanente de servicio, ayuda y asistencia, haciendo a un lado el inútil sentimiento de lástima, la indolencia y el egoísmo.

http://www.rtve.es/mediateca/videos/20100516/redes-16-05-10-ciencia-compasion/773091.shtml?s1=programas