martes, 12 de abril de 2011

PASAR LA LINEA

Consecuencias de cruzar la delgada línea roja

Pareja en la cama, amigos en la calle

En ocasiones la amistad entre dos personas es tan profunda e intensa que los límites se desdibujan y se acaba cruzando la delgada línea roja que nos lleva a la cama. ¿Qué pasa después? ¿Se puede seguir como si nada hubiera ocurrido? ¿Se continúa compartiendo estos momentos de placer o el sexo y la amistad son incompatibles? Amigos y amantes, ¿una utopía?

Es tu amigo del alma, tu confidente, esa persona especial que sabes que nunca te va a fallar. Con la que te lo pasas de maravilla y disfrutáis de la vida sin ningún tipo de ‘peros’. No hay compromisos personales, y sabéis que nunca podréis ser más que amigos porque ni es tu príncipe azul, ni tú su princesa.
De pronto un día que, como tantos otros, salís a tomar una copa, la situación se descontrola y acabáis enredados entre las sábanas. Lo peor (o mejor) de todo es que de este encuentro sexual han saltado chispas. Os ha gustado y la situación se va repitiendo esporádicamente, cuando os apetece. Y, entonces, te preguntas: ¿hasta cuándo?, ¿saldremos ambos ilesos de esta situación?, ¿quedará nuestra amistad intacta cuando esto se acabe?

Para Inma, empresaria de 43 años, los amigos de cama sí existen. “no es un ‘sexamigo’, alguien a quien conoces y con el que quedas de vez en cuando para tener algún encuentro. Es un ‘amigomante’, es decir, un buen amigo con el que en pasas un rato entretenido en la cama”. El problema, asegura Inma, es que tarde o temprano, esto se acaba. “O se empiezan a confundir sentimientos y la relación se llena de reproches como si realmente fueran pareja, o el sexo acaba por aburrir y se buscan nuevos puertos en los que atracar, terminando la relación tal y como empezó: sólo como amigos. Hablo con conocimiento de causa”.

Afirman los psicólogos que este tipo de relaciones cada vez son más habituales en la sociedad en la que vivimos, aunque no se hable de ello, sobre todo porque las relaciones estables son cada vez más difíciles y los compromisos para toda la vida comienzan a ser una utopía. Estos deslices naturales entre amigos pueden resultar excitantes o acabar en desastre. La aventura está servida...



Amistad entre sábanas
Empecemos por el principio: ¿existe la verdadera amistad entre hombre y mujer? Es la eterna pregunta sin respuesta única. Suponemos que sí. Entonces, si compartes con tu mejor amigo pasiones comunes, intereses, vivencias, confesiones íntimas… ¿por qué no también cama? Si el chico te resulta atractivo, ¿no es lógico que en algún momento te puedas sentir atraído por él? No hay una regla escrita que determine los límites de la amistad, tácitamente se entiende que en la amistad el sexo está negado, porque acaba saliendo herida.

Para Miguel Ángel Cueto Baños, psicólogo clínico, sexólogo y director de CEPTECO (Centro Psicológico de Terapia de Conducta) de León, además de secretario general de la Federación Española de Sociedades de Sexología (FESS), “Si ya es complicado formar amistades, por una parte, y ligar, por otra, ¿no resulta muy difícil mezclar ambas cuestiones? Este tipo de amistad nos parece muy compleja. Implica la lealtad propia de la amistad, la intimidad implícita en las relaciones sexuales y, además, la confianza de que el sexo no tendrá un efecto negativo ni se interpondrá en la amistad. Un curioso galimatías de difícil encuadre”.

Pero como el roce hace el cariño y a pesar de repetir como un mantra ‘sólo somos amigos’, de repente un día cruzas la delgada línea y te despiertas en su cama. Entonces te invade esa sensación extraña de vergüenza e incomodidad por haber mostrado tu yo más íntimo. Tu cuerpo desnudo, tu forma de besar, de gozar… Mientras te vistes te asaltan las dudas, te sientes culpable. Todo se complica. No sabes si hablar abiertamente sobre lo que ha ocurrido o dejarlo pasar. ¿Y la despedida? ¿Nos damos un beso?, ¿dos?, ¿o mejor ni nos rozamos? Porque es más fácil tener sexo casual con un desconocido que con alguien con quien compartes confidencias.

¿Y ahora? Pueden pasar dos cosas, que la experiencia haya sido tan mala que acabe en anécdota o que vaya tan bien que decidas seguir con esta historia de amistad y sexo. Es normal estar confundida al comienzo. La conexión emocional que mantenías con él ha cruzado fronteras. Después del shock inicial, llega el momento de ponerse a pensar seriamente en cómo continuar.

Sara, relaciones públicas de 27 años, no cree en el sexo con amigos, simplemente porque hacia un amigo no hay atracción física. “Cuando miras con esos ojos ya no estamos hablando de amigos-hermanos, esos que te dan consejos y compartes historias, si no de amigos-algo más, con los que quedas a tomar algo, hablas mirándote a los ojos y descubres atracción. Pero eso es otra clase de amigos”.

Ese afán clasificatorio es el que nos confunde a la hora de poner veda a determinadas realidades. Independientemente de dónde situemos a tal o cual amigo, lo que es cierto que hoy en día son muchos los que comparten la cama. Realmente es el sexo sin amor más parecido al “con amor” que puede haber. Y si se cumplen los requisitos básicos de respeto, lealtad y sinceridad, seguramente se convierta en el más puro que existe. No es malo tener sexo con un amigo, pero sí es peligroso confundir los sentimientos.


Momentos inolvidables, pero riesgos muy altos
Ningún lazo sexual, sea del tipo que sea y con quien sea, está desprovisto de cierta emoción. Y en este caso, el juego de los amigos-amantes tiene también tiene momentos fascinantes, pero riesgos muy altos.

Desde el punto de vista psicológico, esta nueva forma de relacionarse no tiene por qué acabar mal, siempre que las dos partes implicadas persigan la misma meta: el placer por el placer. Hay, incluso, quienes han vivido esta situación y aseguran que la intimidad fortalece la relación de amistad. La clave está mantener tu ubicación, evitando las típicas escenas de celos o posesión que denotarían algo más que una amistad. Como dice el director de CEPTECO, el truco para no salir herido de este tipo de relación es “asumir que, con mucha probabilidad, esta relación no es más que una espera de otra más seria y formal en el futuro”.

Ésta es la teoría. El problema es que la práctica acaba desbaratando todo. Porque si la situación se alarga en el tiempo, las expectativas de un compromiso siempre están latentes.

Sergio, diseñador gráfico de 39 años, lo tiene claro. “Yo tenía una amiga con la que llegué al acuerdo de practicar sexo sin amor, para lo cual omitimos los besos que considerábamos más íntimos y en lo que podríamos demostrar algo más que placer. La cosa funcionaba incluso teniendo pareja ambos porque nos lo pasábamos bien en la cama. De repente un día ella se cansó y desapareció, como amante y como amiga. ¿Conclusión? No creo en la amistad y el sexo”. Para Sergio la madurez personal es básica para mantener una relación de este tipo. “Yo creo que ella en determinado momento buscaba algo más que yo no le podía dar y simplemente decidió cortar por lo sano antes de romper nuestro acuerdo. No me dio opción”.

Para Sergio lo más importante es ser claro. “En el momento en el que uno de los dos varía sus sentimientos, debe decirlo. Sólo así se puede seguir con la amistad o retomarla, en el caso que se haya perdido”.



Ventajas de los amigos-amantes
Confianza. Os conocéis en profundidad y la confianza os permitirá entregaros sin necesidad de mostraros diferentes a cómo sois, ‘ni tan siquiera en el primer encuentro sexual’. No existe la típica fase de ‘ligoteo’. El sexo se convertirá en un lazo más de complicidad.
Nada de compromisos. Podéis seguir vuestra vida independientemente de lo que puntualmente ocurre en vuestra cama. No hay derechos ni lazos que os ahoguen. En esta relación no hay exclusividad.
Fuera preocupaciones. En vuestras relaciones no se inmiscuirá problemas del tipo dinero, libertad, trabajo, hijos… No existe lucha por saber quién lleva los pantalones en casa, ni reproches ni malos rollos, por lo que el sexo siempre es mejor.
Seguridad. Es tu amigo, no un rollo casual, por lo que no corres peligro. Sabes que no es un psicópata, ni te va a chantajear, ni te va a echar de la cama y de su vida cuando acabéis.
Puedes llamarle o no. No hace falta estar todo el día pegada al teléfono esperando una llamada. Tú misma puedes coger el auricular cuando te apetezca, sin ejercer un signo de control.
Y, además, puedes mantener otras relaciones simultáneamente. No es tu novio.





Es la relación del futuro
En una sociedad cada vez más competitiva la importancia de las relaciones van bajando en el escalafón a favor de la mejora del currículo personal y laboral. El individuo frente a la pareja. Según estudios sociológicos, las mujeres de menos de 30 años, han cambiado las prioridades en sus vidas. La carrera por el matrimonio, una tendencia cada vez más en alza. Cuestión de prioridades.
Esto dificulta enormemente los compromisos estables, el ‘contigo pan y cebolla’. El ‘para siempre’ se convierte en ‘para un rato’. Así van tomando cuerpo y espacio otra forma de vivir la sexualidad, como la de los amigos-amantes.

Además, el estigma de la soltería se ha erradicado. La independencia económica ha abierto las puertas a una nueva educación basada en la libertad de elección. No cabe ninguna duda que, a pesar de anteponer el desarrollo personal a cualquier relación, el sexo es una constante en el individuo. Las necesidades están latentes, por ello este tipo de arreglos puede ser perfecto. Sin resentimientos, sin celos, sin la vulnerabilidad que nos da el amor y que puede interferir en nuestras metas, al menos temporalmente, hasta que acabe apareciendo esa persona que nos dé un vuelco a nuestros objetivos.

Por ello, para Miguel Ángel Cueto, se trata, simplemente, de una relación temporal. “No hay que olvidar que este tipo de relación suele tener un carácter informal no estando, en muchos casos, bien definidos sus límites. Con frecuencia, son relaciones temporales, que se ven desplazadas cuando llega otra persona dispuesta a comprometerse en el tiempo con cualquiera de las partes”.

Esta relación también puede ser ideal para aquellas personas incapaces de mantener una pareja o aquellas que sienten pavor a la intimidad emocional, por ser un sentimiento incontrolable. Otros llevan a cuestas experiencias tormentosas que les impiden volver al cuadrilátero del amor.

El éxito de este tipo de relaciones radica en el respeto a las normas establecidas: nada de celos, exigencias ni posesión. No se debe franquear esta barrera si se quiere continuar con la amistad cuando el sexo acabe. Desvinculación emocional, algo para lo que no todas estamos preparadas.

¿Amistad o amor?
Es amistad cuando...
- Aunque mantenéis relaciones sexuales estáis abiertos a enamoraros de otras personas.
- Podéis estar juntos sin acabar siempre en la cama.
- Quedáis sólo cuando os apetece, sin tener que rendiros cuentas.

Es amor si...
- Cada vez que le ves sientes mariposas en el estómago y la naturalidad se torna en nerviosismo.
- Te envenena la idea de que se enamore y se acabe esa relación íntima que lleváis.
- No paras de llamarle y controlarle para saber dónde está.


Consejos para mantener un ‘amigo de cama’
Te mostramos las claves para manejar una amistad con derecho a roce con toda naturalidad sin morir en el intento.

Deja claro qué tipo de relación es. Debéis hablar de lo que está pasado y poner en claro lo que se espera de esta historia. No lleves la relación más lejos de lo que deberías.

Nada de celos. Cuando le veas con otra o cuando, simplemente, te pida consejos amorosos. Se objetiva en tus recomendaciones, aunque eso signifique perderle en la cama. Recuerda que lo que tenéis es sexo casual.

Nada de llamadas insistentes. Puede delatar un interés más allá del meramente amistoso o sexual.

Si se enamora él… No le des falsas esperanzas y corta la intimidad de raíz. Un poco de aire os vendrá bien a ambos para poder recuperar la amistad inicial.

Si te enamoras tú… Dile lo que sientes. Has de asumir que él, probablemente, no sienta lo mismo. Aléjate para no resultar herida. El tiempo hará que os volváis a reencontrar como amigos.

Aprende para la próxima. Si la amistad se rompe porque el peso de ser amantes ha podido con vosotros, piénsalo antes de actuar si te vuelve a surgir la misma situación. ¿Merece la pena volver a arriesgar una amistad por un poco de sexo?

Considera el psicólogo que, sobre todo, antes de lanzarse al vacío hay que “analizar fríamente si la amistad es lo suficientemente fuerte como para ir más allá de convencionalismos, tradicionales compromisos y, quizás, hasta posibles celos