sábado, 15 de mayo de 2010

parejas DINK


Parejas DINK, la última tendencia en familias - por Román Rebichini

No es un insulto en inglés. Tampoco la sigla del servicio de inteligencia de algún país derivado de la antigua Unión Soviética. Mucho menos, la última novedad en materia de métodos anticonceptivos. Más allá de las múltiples connotaciones que el desnudo término pueda generar, DINK remite a un fenómeno que está ganando cada vez más impulso en el Primer Mundo y que en Argentina y el resto de Latinoamérica comienza a dar sus primeros pasos. Refiere a un nuevo modelo de familia: parejas en cuyo vínculo no está implícito -como suele o solía estarlo- el deseo y el ansia de generar descendencia, es decir de concebir hijos .

Frente al formato tradicional de familia -hombre, mujer e hijo/s-, las parejas DINK se caracterizan por su decisión de no procrear, postergando la decisión de ser padres hasta el límite de la capacidad fértil de la mujer, o directamente negando dicha posibilidad. A la vez, como complemento de aquella parte del fenómeno, consideran que su realización reside, al menos en lo inmediato, principalmente en su desarrollo personal y profesional. Su prioridad pasa por disfrutar al máximo la vida en pareja y progresar, antes que traer vida a este mundo.

En términos “etimológicos”, DINK es la abreviatura de la frase en inglés “double income, no kids”, que traducido al español significa “doble sueldo, ningún hijo”. Esta tendencia -en ascenso sobre todo en Estados Unidos, Canadá, España, Italia, Japón y China- es visible especialmente entre jóvenes de 25 a 35 años de edad, de sectores de nivel socioeconómico medio-alto y alto, y que poseen trabajos bien remunerados. De acuerdo a estudios realizados, son personas que se caracterizan por sus fuertes ambiciones profesionales, la alta valoración por lo académico-formativo, sus deseos de viajar y conocer, la predilección por las salidas nocturnas (cine, teatro, conciertos, cenas, etc), y la relevante inversión en el cuidado de su estética e imagen, presentando además una actitud alternativa y transgresora a los mandatos dictados por la tradición. También gustan del diseño y las nuevas tecnologías en electrónica y telecomunicaciones.


Una clara muestra, en el hombre, de una característica DINK: fuerte compromiso laboral y profesional.

Al momento de explorar las razones esgrimidas por los DINK, ante su negativa de procrear, el panorama es muy amplio y variado. En primer lugar, el argumento utilizado es la importante atención que supondría la pretensión de crecer laboralmente y lograr una estabilidad económica. Pero también se encuentran motivos más personales, como el aumento de gastos o preocupaciones y trabajos que un nene originaría, la consideración de que el mundo se ha convertido en lugar peligroso, la amenaza que un hijo implicaría para el equilibrio de la pareja, o la creencia de sentirse incapaces de sostener la entrega que un niño demanda.

El marketing y la publicidad, oportunistas y astutos, han puesto ya su mirada sobre las parejas DINK. Este segmento resulta atractivo debido a su conformación: un hogar con dos ingresos y ningún gasto en el rubro “hijos” supone una economía de tal holgura que le permitiría acceder a productos y servicios de los que estarían exentos las familias tradicionales. Cada vez más empresas destinan recursos e implementan acciones en la búsqueda de apoderarse de ese “dinero extra” que los componentes del sector poseen.

La literatura tampoco se ha quedado atrás. En Estados Unidos, en los últimos años, se han publicado una veintena de libros referidos al tema. Familias de dos, de Laura Caroll, representó un éxito absoluto el presente 2006.

"El deseo de no ser padres es tan respetable como el deseo de serlo"

Mónica Soraci en "¿Hijos?, no gracias"

Ser parte de una pareja DINK, además de implicar un planificado modo de vida, supone muchas veces un castigo social. En términos generales, la sociedad considera que la lógica familiar transcurre por tener hijos, siendo éste un hecho natural de la vida conyugal. A partir de este análisis, la determinación de no procrear y encaminar la vida hacia proyectos más personales enciende las críticas. Éstas van desde contemplar a los DINK como personas eternamente adolescentes, incapaces de contraer obligaciones de adultos, hasta juzgarlas de cómodas, egoístas y narcisistas, y peligrosamente ambiciosas.
Debe asumirse que asistimos a un cambio de paradigma familiar, a un nuevo ordenamiento: la paternidad deja de estar implícita en la conformación de una pareja. Si bien se mantiene la institución de la familia, es imprescindible actualizar lo que gran parte de la población se significa por ella, modificando su limitada definición.

Por lo tanto, es necesario tolerar a aquellos que defienden la idea de no tener hijos. De este modo, el respeto por el otro, por lo distinto, por lo extraño (con relación a lo propio) pasa a convertirse en una de las misiones sobre las que debe girar la conducta de la sociedad. Después de todo, en la consideración a la diversidad reside uno de los pilares fundamentales del progreso humano

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